La reunión de los máximos representantes gubernamentales de la sanidad mundial en la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha tenido por tema principal, como era de esperarse para este año, una reflexión sobre el futuro de los sistemas sanitarios una vez finalizada la situación de emergencia del COVID-19.
Los asambleístas coincidieron en la necesidad de no considerar esta pandemia como una excepcionalidad, sino como una advertencia sobre posibles eventos similares que podrían darse durante este siglo. La propagación del coronavirus, sostuvieron, debería ser un incentivo para garantizar una mayor fortaleza de los sistemas de salud nacionales ante imprevistos, además de contribuir a coordinar una acción global para enfrentar estos flagelos.
En particular, se afirmó la necesidad de consolidar el compromiso de las naciones desarrolladas por ayudar a proporcionar los insumos necesarios a los países pobres, en contraposición a las acciones de proteccionismo que se vieron durante los primeros meses del año pasado. La conclusión de la reunión tuvo como corolario que solo una acción conjunta puede evitar revivir episodios como los de los primeros meses de 2020 y contener efectivamente la expansión de nuevos virus.